Un viaje al corazón del descuido: Crónica desde el Camino Real
Crónica desde el Camino Rea
¡Amigos, compañeros de viaje y exploradores de nuestra tierra! Hoy, desde este rincón del ciberespacio, me dirijo a ustedes no con una historia de aventura, sino con una cruda crónica de la realidad que nos asalta. Porque he aquí que, mientras recorríamos el Camino Real, una vía que a menudo se nos presenta como símbolo de progreso y belleza, nos topamos de frente con una anomalía, una herida abierta en el paisaje.
Todo iba bien, como en los relatos de los grandes viajeros. El camino se extendía ante nosotros, pulcro y prometedor. Pero al llegar al puente, el escenario cambió abruptamente, como si hubiéramos cruzado un umbral a otra dimensión. Se lo advierto sin rodeos, este no es un cuento agradable. Lo que vi y documenté con mi cámara, lo publicaré una y mil veces, sin importar a quién le moleste. Porque la verdad, por más incómoda que sea, merece ser contada.
Lo que encontramos allí no es un simple descuido, es un atentado contra la dignidad de nuestra comunidad. Justo al lado de la carretera, una cloaca abierta y un basurero monstruoso, una vergüenza que se extiende por más de 300 metros. Sí, ha escuchado bien, trescientos metros de inmundicia que ensucian no solo el suelo, sino también nuestra conciencia colectiva. Y mientras esto ocurre, los chivos andan por ahí, campantes, tan ajenos al problema como nosotros mismos a veces. Un triste contraste que solo subraya la gravedad del asunto.
Un llamado a la acción: ¿Dónde están los guardianes del camino?
Esta situación es inaceptable y tiene responsables. El Ayuntamiento de Tamboril tiene la obligación de actuar, de devolverle la limpieza a este tramo del Camino Real y, por extensión, a la Carretera Don Pedro. Sé que hay quienes dirán que la situación es difícil, que la gente no colabora. Lo entiendo. Pero los verdaderos líderes no se detienen ante la dificultad; buscan soluciones.
Esperamos, señor Angolino Gemosén, que esta crítica sirva como un llamado de atención. No se trata solo de un montón de basura, se trata de nuestra salud, de nuestra imagen y de nuestra capacidad como comunidad para resolver nuestros propios problemas. La falta de acción solo permite que el problema crezca. Faltan hoyos en la carretera, falta iluminación, falta una cabeza que se ponga a trabajar por la comunidad.
Esta no es una simple queja, es un manifiesto. No podemos permitir que el Camino Real se convierta en una metáfora del abandono. Este basurero es un síntoma de un problema mayor, y es nuestra responsabilidad, como ciudadanos y como creadores de contenido, documentarlo, denunciarlo y exigir una solución. Porque un pueblo que no cuida sus caminos, pierde su rumbo.
Comentarios
Publicar un comentario
¡Espero tu comentario!