La Fuente Olvidada de La Cuesta: Una Aventura a la Sombra del Benefactor
La Fuente Olvidada de La Cuesta: Una Aventura a la Sombra del Benefactor
¡Amigos y compañeros de ruta! Permítanme invitarlos a una nueva jornada, una expedición que nos arrastra no solo por los serpenteantes caminos de nuestra querida Sierra de Santiago, sino también por los túneles del tiempo de la República Dominicana. El destino final es San José de las Matas (SAJOMA), pero el camino, oh, el camino está sembrado de reliquias que nos obligan a detenernos y meditar.
En este viaje, armado con mi cámara (y la imperiosa necesidad de sumergir mi cabeza en agua fresca), nos encontramos en La Cuesta, un punto donde la historia, silenciosa y polvorienta, grita a quien quiera escuchar.
El Enigma del Año IX: Agua para el Pueblo, Gloria para el Caudillo
Nos adentramos en este pequeño paraje y, de pronto, ante nuestros ojos, una demostración tangible del poderío de la tiranía: un parquecito, humilde en su factura, pero monumental en su intención. Y en medio de él, una estructura de cemento, un grifo, un manantial público, que no da agua sin antes pasar su factura ideológica.
El letrero, desgastado pero legible, anuncia: “Trujillo es el único que nos da el agua. Año IX. Era del Benefactor.”
¡Ahí está el vestigio! Ese "Año IX" en números romanos. Si nuestros cálculos no nos fallan, nos sitúa alrededor de 1939. En una época donde la propaganda era el oxígeno del régimen, cada gota de agua potable se convertía en un trofeo político, una ofrenda del "dios" de la República, Rafael Leónidas Trujillo.
Esto no era simplemente un pozo o un aljibe. Era un púlpito de cemento. La leyenda lo confirma, grabada para la posteridad: “Del Benefactor de la Patria.”
Al ver esa inscripción, es imposible no reflexionar sobre cómo los regímenes convierten las necesidades básicas —el agua, el pan— en instrumentos de control, obligando al pueblo a beber su historia y a agradecer lo que es un derecho fundamental. Es por estas "cositas" que, aún hoy, escuchamos a nuestros abuelos hablar de "los buenos tiempos" de la dictadura. Ellos bebieron esa agua; bebieron esa historia.
¡Bautismo en el Agua del Benefactor!
La curiosidad, y la inmensa calor del día, nos empujó a la prueba de fuego. Abrimos el grifo y, ¡voilà!, el agua brota, cristalina y totalmente gratis. La estructura, probablemente concebida como un molino o un sistema de bombeo que arrastraba el líquido desde alguna colina o represa, ha resistido el paso de casi un siglo.
Y yo, Obal Ureña Sosa, no pude resistir la tentación. Con el calor de la sierra, y ante la presencia imponente de esa historia viva, tomé una decisión: ¡Me sumergí! Metí la cabeza en ese chorro, bañándome en un agua que ha fluido ininterrumpidamente desde hace más de 80 años, un verdadero bautismo histórico.
Ahí me tienen, refrescándome con el agua que, según el letrero, me regaló Trujillo. ¡Un baño con historia! Y es que la Sierra de Santiago no deja de sorprender al aventurero.
La Sierra Grita Desierto y La Puerta a SAJOMA
Dejamos atrás la fuente, esa guayaba seca de la historia, y continuamos nuestra marcha. Los paisajes se suceden, majestuosos y aterradores a la vez. Mientras ascendemos, la sierra nos muestra su cicatriz: la desertificación avanza de manera agresiva, cortesía de la deforestación sin control y la práctica del "tumba y quema". Es un contraste doloroso entre la grandeza del paisaje y la fragilidad de nuestro ecosistema.
Pasamos por el letrero de Guama, que tiene otra historia grandiosa que prometo contarles, y finalmente, llegamos al punto de inflexión.
En la misma entrada, a menos de dos kilómetros del destino, nos recibe el icónico letrero que da la bienvenida a San José de las Matas (SAJOMA). Es el lugar donde la foto es obligatoria, la culminación de la primera etapa de nuestra expedición.
El viaje continúa hacia lo que algunos llaman el parque temático de Arroyo Hondo, un lugar que exploraremos para ver qué secretos guarda. Y, por supuesto, veremos el río, del que ya les adelanto una pena: el río en la represa está bien, pero el otro, el que está aguas abajo, se está secando forzosamente. Pero esa, mis amigos, es una historia para una próxima entrega.
Hasta entonces, los invito a ver el recorrido que hice para que vivan, conmigo, este encuentro con el pasado y el agua de "El Benefactor".






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